Declaración del Movimiento Conservador
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DECLARACIÓN DEL MOVIMIENTO CONSERVADOR
Mientras en esta misma semana la DAIA acusa a Castells de banalizar la Shoá al llamar "nazis" a otros diputados, lamentablemente tenemos que escuchar que el rabino Samuel Levin denomina "terroristas" a miembros de una facción adversaria en la AMIA por supuestamente haber "hecho cambiar sus votos" a dirigentes que teóricamente apoyaban anteriormente a su lista.
Este tipo de agravios en boca de un rabino, y más aún en una problemática que rodea a la AMIA -foco del atentado terrorista antisemita más grande después de la Shoá- no hacen más que demostrar el poco respeto a las prácticas institucionales y a la vez al cuidado de nuestra lengua, tal como lo pide la tradición hebrea, evitando el "lashón hará", la maledicencia.
Para colmo, el rabino Levin agregó en la entrevista a Radio Jai que "soy responsable por cada una de mis palabras" y que "somos una comunidad que busca la democracia". Pues es evidente que sus expresiones no son muy coherentes entre sí.
El Movimiento Conservador se solidariza con aquellas personas que fueron gratuitamente agraviadas y reafirma los postulados enumerados oportunamente para la construcción de una AMIA pluralista y respetuosa de la diversidad judía: un rabinato compartido y los cementerios y la membresía para nuestros hermanos de nacimiento o por opción.
Exhortamos a todas las partes a retomar el diálogo sincero dentro del marco comunitario para que prontamente no existan más agresiones y podamos trabajar para toda la kehilá.
Desde su creación, casi 40 años antes de la fundación del Estado de Israel en 1948, fueron el emblema de la colonización y el estilo de vida israelí. Supieron duplicarse en número y fortalecerse luego de proclamada la independencia, y mantuvieron un crecimiento constante hasta mediados de la década del setenta, cuando comenzó su declive.

TEL AVIV- Se los puede ver barriendo las calles de Tel Aviv, abriendo las puertas de lujosos hoteles en Jerusalén, o recogiendo las sillas plásticas en las playas de Eilat. Mucho menos en oficinas o administraciones públicas, y en muy contados casos en una banca de la Knesset, el parlamento israelí.