Criptomonedas y criptojudíos

Posteado el Lun, 05/07/2021 - 16:34
Autor
Federico Glustein
Fuente
Nueva Sion

Hablar de crypto o cripto puede ser hablar de nada y mucho a la vez. La raíz “cripto” viene del griego, kryptos, cuyo significado es cubierto, o escondido bajo otra cosa. Cada vez que se agrega como prefijo hay un metamensaje, como en el caso de la criptomonedas y los criptojudíos. ¿Cómo podemos relacionar una divisa virtual con el judaísmo, sin caer en un libelo antisemita habitual cuando se referencia en las finanzas internacionales? Muy sencillo, hablamos de exclusión.

El criptojudaísmo es la adhesión secreta a la religión judía mientras públicamente se declara pertenecer a otra forma confesional -o ninguna- pero no ser judío. Este colectivo de personas en la actualidad reclama por ser reconocidos abiertamente como judíos a pesar de que en muchos casos practican ritos de otros credos, como el cristianismo, el mesianismo o el islam. Que el acaecimiento sea sobre el pueblo judío permite que la literatura rabínica tenga presente esta situación, ya que el acto del abandono fue en contra de la voluntad, bajo coerción, por lo tanto permanece un judío kasher para todas sus intenciones y propósitos de acuerdo con la ley judía. Sin embargo, no todo pasa por la interpretación de los rabinos o sus colegiados, hay cuestiones como el sentido de pertenencia que le da un valor intrínseco a los criptojudíos, como el sostén de la creencia pese a los embates de la vida. Varios de los grupos respetan el Shabat, practican Brit Milá a los hijos varones, comen kasher y celebran Rosh Hashana, Pesaj y Kipur. Todo puertas para adentro. También se los conoce con el mote de Anusim, derivado del Talmud, adoptado el rabino Rashi, quien presenció las conversiones germánicas forzadas del siglo XI. En general, se asocia a los Anusim con los expulsados de España y Portugal, pero hay familias, vidas, individuos, que quedan afuera por desconocimiento y sufrieron persecuciones, maltrato y discriminación como los ibéricos, pero en otras partes del globo.

Por su parte, como fenómeno financiero -y tal vez monetario- las criptomonedas encarnan la punta más nueva del ovillo de un proceso por el cual el dinero comienza a desandar sus andamiaje físico para convertirse en un conjunto de unidades digitales que sirven para transacciones y tienen un determinado valor no estanco en el tiempo. Hoy día, más del 65% de las operaciones dinerarias se efectúan mediante canales meramente digitales, contabilizando aquellas que son capaces de obtener el efectivo físico de forma casi inmediata. Ahora bien, las cryptocurrency (divisas), a diferencia del dinero de curso legal -que es emitido por un Banco Central y luego girado y depositado en el sistema bancario-, son dispuestas en circulación, en su mayoría, en forma descentralizada por actores privados mediante procedimientos de criptografía compleja denominado Blockchain. Es decir, no tienen responsabilidad estatal ni de ningún ente público y no son fiscalizadas por ninguna autoridad monetaria, aunque cada vez más pueden ser convertibles a moneda oficial y utilizadas para transacciones de todo tipo. En este aspecto varias consultoras financieras y bancas de inversión lo fomentan por varias razones. Es así como Goldman Sachs, uno de los gigantes de Wall Street, se rindió ante las criptodivisas abriendo -de forma tardía- una alternativa de futuros con escasa volatilidad fijada al Bitcoin, moneda virtual más popular, captando gran cantidad de fondos con pago a fecha. Por otro lado, bloquea las regulaciones o frenos de autoridades estatales, ya que solo se necesita una transferencia de divisas, que casi instantáneamente por el simple mecanismo de comprar moneda virtual en una divisa y venderla en otra, se transforma en adquisición de alguna de estas alternativas de criptomonedas.

En la introducción de ambos temas se extrae que hay una necesidad de secretismo: por el lado de los judíos, para salvar su vida, vivir en comunidad, no perder su hogar, etc., mientras que en el caso de las monedas prima el anonimato a la hora de adquirirlas, la negación del origen de los fondos, la inexistencia de todo tipo de controles. Imaginemos que un colaborador nazi que usurpó las casas y las cuentas bancarias de los judíos que persiguió durante el nazismo decide blanquear la plata mal habida en la compra de estos instrumentos virtuales, lo puede hacer sin ningún tipo de problemas. Y es más, el sistema está hecho a tal fin, es decir, para que no haya un tercero que busque intervenir, ni pueda revertir algún tipo de injusticias como la que se ha dicho más arriba.

Yizia, Dhimmi y los criptopagos

Maimónides nació hacia el final de la era de oro de la cultura de Al–Andalus en el seno de una familia judía. Por parte de su padre provenían jueces rabínicos afincados en la comunidad, dirigentes políticos y estudiosos de la Torá, supuestos descendientes del Rab Iehuda Hanasí, redactor de la Mishná.

Rambam, como también se lo conoce, fue filósofo, médico, teólogo, rabino. No solo era dedicado al estudio bíblico sino también de los clásicos griegos de mano de las traducciones árabes, de las tradiciones zonales y además del aprendizaje de la ciencia, en especial, en la cultura islámica. El pago del impuesto (yizia) por ser dhimmi (no musulmán) le permitió cierta libertad hasta el desembarco del Califato Almohade a mitad del siglo XII, que suprimió una serie de derechos obtenidos por parte del pago de la yizia y determinó que aquellos infieles que quisieran permanecer en el Al-Andalus debían convertirse o serían expulsados.

La mayoría prefirió el exilio, como Maimónides, pero los que se quedaron eligieron dos caminos: ser Anusim, es decir, aceptar la conversión pública al Islam pero respetar adentro de la casa las costumbres judías, o la conversión plena, abandonando al judaísmo y tomando de lleno al Islam.

Esta no fue la única vez que los judíos debieron pasar a la clandestinidad o pagar para tener seguridad, es decir, hacer “criptopagos”. En los primeros días de la colonización europea en lo que hoy día es México, conversos españoles y portugueses llegaron a distintas ciudades para ocupar y buscar rutas comerciales. En las colonias españolas, el ambiente era más relajado en cuanto a la Inquisición. Numerosos criptojudíos portugueses, con pasado español, emigraron con la posibilidad de tener una vida nueva con el contrapeso de que en esos territorios había una gran cantidad de población no cristiana. Es así como con el tiempo fueron construyendo sinagogas clandestinas.

Sin embargo, los colonos españoles católicos las encontraron y publicaron edictos de “pureza de sangre” contra los conversos, prohibiendo la migración. En ese entonces, provisoriamente funcionaron los “tributos a los reyes”, es decir, impuestos para evitar la expulsión, poder sostenerse sin represalias oficiales. Eso duró poco, ya que al tiempo fue instituida formalmente la Inquisición mexicana para asegurar la ortodoxia de todos los emigrantes en México, incluso la conversión de los indígenas. Expulsión o conversión fue respuesta por años.

Con el tiempo, nuevas oleadas de nuevos cristianos -criptojudíos- llegaban en las expediciones ya no solo a México, sino a lo que hoy sería Cuba, Puerto Rico, Paraguay, Bolivia, Perú, entre otros. La metodología se repitió durante casi 300 años, con persecuciones, cobros, expulsiones y exilio. Así se explica que un gran cantidad de poblados hoy en día en América Latina posean costumbres o ritos con ascendencia judía sefaradí, con mezclas judaicas – católicas o cuando se levantó la prohibición, familias se reconvertían al judaísmo como símbolo de retribución a sus antepasados.

Nuevas formas de exclusión

Así como los judíos eran perseguidos por tener otras costumbres, en el siglo XXI se están buscando otras formas de exclusión. Numerosas personalidades globales piensan en las criptodivisas como reemplazo del dinero físico. Sin embargo, las cryptomonedas no son para cualquiera. Más del 50% de las personas del mundo no tiene internet, según datos del Banco Mundial. La tasa de pobreza extrema mundial se situó en 9,2 % en 2017, lo que equivale a 689 millones de personas que vivían con menos de dos dólares al día (60 al mes). En ese año, en las líneas de pobreza más altas, el 24,1% del mundo vivía con menos de 100 dólares mensuales y el 43,6 % con menos de 170 dólares mensuales. Más del 40% de los pobres del mundo vive en economías afectadas por la fragilidad, los conflictos y la violencia, y se espera que esa cifra aumente al 67% en la próxima década. Esas economías representan el 10 %de la población mundial.

Es ahí donde la economía “real” queda afuera de la economía “virtual”. Todavía es minúscula la cantidad de personas que realizan transacciones que se pueden efectuar mediante ese activo. Eso se debe a su variación constante en cuestión de horas. ¿Se imaginan a simples asalariados que se enteran de que perdieron el 22% de su sueldo mientras estaban durmiendo? O peor aún, ¿y si nos detenemos en la posibilidad de que la tecnología falle y miles o cientos de miles de trabajadores pierdan todo lo que tienen? ¿A quién se responsabiliza? Ha pasado en Turquía, Grecia, China; solo por nombrar ejemplos.

Por eso, así como distintos regímenes buscaron la exclusión de comunidades, de conglomerados de personas, solo por discriminación o xenofobia, hoy día bajo el decálogo del capitalismo del futuro pretenden dejar a más de la mitad de la población afuera del sistema.

No es la moneda del futuro, porque con la minería no hay tal

Un informe de la Universidad de Cambridge presentó el Índice de Consumo de Electricidad de Cambridge Bitcoin (CBECI por sus siglas en inglés). Muestra que las Bitcoins consumen 121,36 TWh mientras que el consumo de la Argentina es de 121 TWh. Si contamos todas las criptomonedas, consumen la misma cantidad de energía que 159 países. Para que se puedan hacer una idea, los bitcoins ya representan el 0,63% de la demanda eléctrica de todo el planeta. Supera a países como Suecia, Noruega, Países Bajos o Emiratos Árabes Unidos, por poner unos ejemplos.

El principal país minero (emisor) de monedas es China. Más del 60% de la producción energética de electricidad es mediante carbón, el cual es altamente contaminante. Para que los procesadores funcionen en plenitud, es recomendable que las grandes instalaciones mineras se ubiquen en zonas frías con la posibilidad de climatizar en caso de ser necesario. El gasto permanente de energía, ya que funciona las 24 horas, los 7 días y los 365 días del año, es contraproducente hacia el cambio climático.

Hasta Elon Musk, el CEO de Tesla, puso el ojo en el consumo eléctrico de las Bitcoin, pidiendo a la vez que se haga mediante fuentes renovables; un hecho complicado. La descarbonización y desgasificación de las naciones no sucede en un abrir y cerrar de ojos, ni solo con energías renovables. Para conseguir el objetivo de emisiones netas cero para 2050 como pretenden hacer las grandes economías mundiales se requiere eficiencia y paradigmas distintos. A menor consumo, menos emisiones. En ese aspecto, el alto consumo eléctrico de las criptomonedas lo que consigue es que se produzca más energía procedente de centrales térmicas contaminantes como el carbón o el gas. Es decir, nos quedaremos sin futuro.

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