CRONICA NOVELADA DE UN MOMENTO DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL (o tal vez...)

Posteado el Mar, 29/07/2014 - 15:23
Autor
Dr. Leonardo Feiguin
Fuente
Plural JAI

Transcurre el año 1939... o tal vez 2014. Los nazis, fundamentalistas ideloógicos (o tal vez fundamentalistas teocráticos) instauran una dictadura en Alemania (o tal vez en Gaza). Persiguen, asesinan, encarcelan y quitan todos sus derechos, hasta el derecho a la vida, de todos los opositores, izquierdistas, judíos, homosexuales, discapacitados y otras minorías étnicas, religiosas o políticas... (aplicable tanto al tercer reich en Alemania como a hamás en Gaza).

Las similitudes abundan, salvo una gran diferencia: en la segunda guerra mundial los judíos carecían de un hogar nacional, habían sido privados de su patria ancestral. El sionismo, movimiento popular de liberación del pueblo judío, aún no había podido concretar el ideal de Teodoro Hertzl.

Por eso, las teocracias fundamentalistas dictatoriales deben vencer un obstáculo antes de concretar sueños mesiánicos de gran califato universal: borrar del mapa a Israel, pujante nación y única democracia del Medio Oriente.

Como les enseñara Goebbels, la repetición de engaños, la exhibición de fotografías de otros conflictos, las verdades a medias o simplemente la más pura y simple mentira, constituyen un arma de desligitimación de Israel como país, de la justificación de las explícitas intenciones de su destrucción. Así como los nazis demonizaban al "judío" como un ser no-humano, los terroristas trabajan para la justificación de su carta fundamental, que claramente establece como objetivo central de su existencia la destrucción de Israel. Si en el camino deben provocar el asesinato de los propios habitantes de Gaza, eso no será un impedimento para perseguir ese objetivo final.

¿Hubiera sido posible negociar con Hitler y evitar la guerra? lo intentaron Chamberlain, entregando Polonia, Checoeslovaquia y haciendo concesiones que no resultaron en la paz sino en todo lo contrario.

La paz en el Medio Oriente solo será posible si los fanáticos extremistas no imponen su misión a la gran mayoría silenciosa, que debe oponerse a esos designios, no para que reconzcan a Israel y convivan como vecinos en mutua colaboración como lo han entendido otras naciones árabes, sino como único camino para su propia supervivencia.

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