Un Irán Nuclear II

Posteado el Dom, 27/09/2009 - 22:52
Autor
Rubén Svidovsky Singer
Fuente
Plural JAI

 
Nuevamente la comunidad internacional enfrenta momentos de cruciales decisiones respecto a las ambiciones de la República Islámica iraní de convertirse en una potencia nuclear. El conflicto gira en torno de la existencia o no de alguna posibilidad de detener esta voluntad nuclear y cómo lograr, una solución negociada.
 
Cuando restan pocos días para que se cumpla el plazo otorgado por las potencias mundiales a Irán para que retome el diálogo, el presidente ultra conservador iraní dio un giro en su actitud y se mostró dispuesto a conversar sobre su  programa nuclear  pero, al mismo tiempo, advirtió que su país jamás negociará lo que considera "los derechos obvios" de su pueblo y confirmó la continuación de su programa nuclear "con fines pacíficos".
 
Un desafiante Ahmadinejad afirmó, que Irán está listo para más sanciones sobre su programa nuclear y que no va a cambiar su rumbo por cumplir plazos establecidos por las potencias internacionales.
 
Las evidencias internacionales acerca de los avances del plan nuclear iraní, han sido consistentes, amplias y detalladas mostrando que los ayatolas no se encontrarían muy lejos de la construcción de sus primeras bombas nucleares. 
 
Es sólo cuestión de meses. En su último informe, la Agencia Internacional de Energía Atómica – IAEA – puso de manifiesto que con su actual ritmo de enriquecimiento de uranio, Irán tendrá cantidades suficientes para fabricar dos bombas atómicas, antes de febrero próximo. La Agencia, junto a su director saliente, Mohamed ElBaradei fueron objeto de fuertes críticas por mostrarse  sumamente permeables a los planes iraníes de ganar tiempo y paralelamente ocultar información sensible, disimular los progresos alcanzados y encubrir las reales intenciones militares del programa nuclear iraní.
 
Por su parte, el Departamento de Estado norteamericano publicó otro informe señalando que Irán no tiene los medios para desarrollar una bomba atómica sino hasta el 2013. Pero ambos informes son coincidentes en el rumbo determinado hacia la bomba de la teocracia iraní.
 
Las seis grandes potencias, Estados Unidos, China, Rusia, Francia, el Reino Unido y Alemania,  cada vez más temerosas del sostenido avance del plan nuclear, han instando reiteradamente a Irán a suspender su plan de enriquecimiento de uranio. A cambio, han ofrecido diferentes paquetes de estímulos con recompensas políticas y económicas. Las ofertas han sido sistemáticamente rechazadas. Ello es consecuencia del hecho de que Irán no usa su programa nuclear como moneda de cambio para conseguir ventajas comerciales o tecnológicas sino con la clara intención de convertirse en una nueva potencia nuclear.
 
Irán responde e  insiste en que su programa persigue únicamente pacíficos fines civiles, pero a la vez afirma que Israel debería mudarse a Europa y establecerse en provincias austriacas y alemanas, negando además la existencia del Holocausto.
 
La discusión acerca de las sanciones se torna intranscendente en la medida que en cada movimiento que hace el régimen, afirma su determinación de continuar con su programa nuclear, sin mostrar signo alguno por rectificar su rumbo. El empleo masivo de recursos en este sentido,  lo muestra  fijado en convertirse en una potencia atómica. Igualmente las sanciones no afectan los planes militares pero sí a la población en general, generando por el contrario, un fortalecimiento del régimen.   
 
 
La previsible frustración del programa de sanciones abre un escenario de desestabilización del frágil equilibrio que rodea a las naciones del Medio Oriente y el Golfo Pérsico, históricamente plagadas de conflictos y tensiones. Si la diplomacia fracasa en sus objetivos, otras alternativas podrían pasar a primer plano.
 
Una de las principales lecciones que puede extraerse de la historia de los conflictos entre las dos superpotencias durante la guerra fría, es que la estabilidad de la disuasión nuclear depende sobre todo del juego de actores racionales. En ausencia de este paradigma la probabilidad de una escalada en tiempos de crisis aumenta a un punto que podría resultar en guerra nuclear.
 
El régimen iraní asume una muy extrema y agresiva política de enfrentamiento hacia Israel. Por lo tanto un Irán nuclear representa una amenaza existencial contra Israel. Por más perfecto que sea el sistema de disuasión de una nación, no puede omitirse pensar que eventualmente se pueda entrar en conflicto abierto con un actor no racional. 
 
Detener la carrera nuclear de Irán podría plantear para Israel, la difícil disyuntiva entre tener que pelear una guerra preventiva en sus propios términos o esperar la evolución del escenario nuclear y tener que hacerlo en los duros términos del enemigo.  Estas opciones deben ser evitadas.
 
Rubén Svidovsky Singer
Lic. en Ciencia Política.
 

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